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Casa Blanco, conocido antiguamente como Palacete de las Sendas, era un viejo caserón abandonado a su suerte por descendientes de una de las familias más influyentes de la provincia gaditana. La adquisición del inmueble por parte del grupo hotelero al que pertenece, llevó a cabo una imponente reconstrucción basada en el uso de materiales similares a los que en su día conformaron la casa y la incorporación de las modernidades que permitieran a los huéspedes disfrutar de una estancia en la que no se echara de menos nada.

Tan solo siete habitaciones se reparten en las dos plantas de que consta el edificio. Siete habitaciones que por su practicidad y comodidad hacen de la estancia un placer comparable al del que se disfruta en esta ciudad, la más meridional del continente europeo y desde donde se puede contemplar la costa africana y desde donde, a decir de muchos, se dan las puestas de sol más bonitas el mundo.

Y aún más. Desde el alojamiento son apenas 300 metros de distancia a las bellísimas playas de Tarifa, el puerto a menos de 200 metros y restaurantes y tiendas, a un paseo que se hace entre calles milenarias que rezuman el ambiente de una ciudad viva que atrae para quedarse y no marcharse nunca.